Belong to @ Kunsternes Hus, Oslo

/

ENSAYOS and The Wild Living Marine Resources Belong to Society as a Whole present RESOURCES: Short talks by Søssa Jørgensen, Janike Kampevold Larsen and Wenche Dramstad.

Premiere of A Beehive in My Heart (63 min, 2019) by Kjersti Vetterstad
Wednesday 4.12. at 7 pm
Kunstnernes Hus Kino

Below are excerpts from Søssa Jørgensen’s text, with Spanish translation by Chilean poet Tomás Browne.


I will start quoting from my contribution to the book  “The wild Living Marine Resources Belong to Society as a Whole” 

Under the surface, the infinite surface of the ocean, something wild is living, something wild, that can be exploited to our advantage.

If we were the wild ones, would we then accept being a resource for human society without choosing to?

But nowadays I have begun to feel confused, bewildered, uneasy, mixed up, spaced out, thrown off balance, I don’t know what to do.

I feel that language as a tool has been so deeply manipulated so I have difficulties in finding meaning, or finding the path, how to navigate through the fragments that make up our time. To live on a farm was one part of the solution, a way to learn, a way to change perspective, see the world from a rural point of view, use the art skills, art thinking, from this little farm on a bluff in Skiptvet.

Here, where every day commences when the early morning light brightens up the tall pine trees on the hill-crest behind the house. Green needle formations on twisted branches. Golden bark. The sun awakens the birds, and encourages their singing. Restless, the sun starts to make shadow theatre together with the two old ash trees in the garden, animating small dark patterns on the white walls of the house.

After this game, it goes further away, carefully warms up the bee-hives on the slope and pays a visit to the horses in their green pasture by the road, giving them a warm touch on their coats, sparking hopes for the day, letting their eyes enjoy the glowing red paint on the farm buildings, balancing it with a green contrast in the dense, dark, planted spruce forest. But the sun goes even higher and starts to help the golden grain-fields to grow, the grass to grow, the herbs to grow, the vegetables to grow. Then the sun lets the last rays flicker down to the forest floor, down to moss, heather, berries, mushrooms, willows, grass, ferns and lichens. Until it helps us to end the day at the bench, resting our eyes on the hillside, where it disappears behind, leaving a gap in the circle as the night closes in around us, creating dreams about circles, zeros, rings leaving them unfinished, bent open, broken circles, open to enter in, like a door in a circular home: Ringstad.

Inside the house the cats arrive at my desk as soon as I try to write something on the computer. They purr, stretch and take a stroll over the keys. One day they’re gonna shut down all the communication from here, but for now, they walk on soft paws around the laptop and lay down to lick their soft fur bodies on the right side of the screen, stretching a long, elastic hind leg past my hands, then hunting my hand, in an undaunted way. Suddenly, they sleep.

The cats are not here because they are so soft, dark and incredibly beautiful. No, they are here to help us cope with the House Mouse. Not that they will be entirely able to, the mice have been living with us for 150,000 years and they only need an opening about 7 mm to get into the house. If the head comes in, the whole mouse is in. And our house is like a strainer, we do not know how old it is or how many openings it has.

It is speculated upon whether animals can smell our emotions. They may come involuntarily close to us. Revealingly close. Throughout cultural history, there are countless examples of the animals’ highly valued role. This is especially true for the horse, who has not only had the role of a working animal but also been an intermediator between us and the afterlife. The horse as a creature gave the human-animal a broader understanding of nature and the world of gods. Is there still any of this etherealness and value in the horse-human relationship? Our pets and farm animals can be seen as mirrors, but it is difficult to accept the images in the mirror and decode the information.

So yes, I am a bit confused, very much confused.

What is right, what is right now?

An artist colleague; Mari Keskikorsu from Finland, asked a horse through a medium, an animal interpreter: what to do with climate change?

The horse then answered, as I remember it:

“Take it easy, take it slow, and it will all work out”

This made me inspired, and one day while I was out riding on my black mare she told me: “If you want things to change–be the change you want to see!”

Yes, she spoke in English, don’t ask me why.

Comenzaré citando una contribución que hice al libro “Los recursos marinos vivos pertenecen a la sociedad en su conjunto”

Debajo de la capa superficial está la superficie infinita del océano: algo natural hay vivo, algo orgánico, que se puede explotar para nuestro provecho.

Si nosotros fuéramos esos recursos naturales ¿nos entregaríamos a la sociedad humana sin pensarlo?

Hoy en día me siento confundida, perpleja, incómoda, desorientada, distanciada, desequilibrada, y no sé qué hacer. Siento que el lenguaje entendido como un medio ha sido tan manipulado que me cuesta encontrarle sentido o, bien, encontrar la ruta para saber cómo navegar a través de los fragmentos que componen nuestra época. Vivir en el campo ha sido una parte de la solución, una manera de aprender y de tener otra perspectiva, y ver el mundo desde el punto de vista rural, aplicando tanto la práctica como la teoría, desde este pequeño mirador que es esta granja en Skiptevet, donde vivimos.

Aquí los días comienzan con la luz del alba alumbrando, en lo alto de la colina atrás de la casa, las copas de los pinos. Articulaciones de acículas verdes en ramas torcidas. Corteza dorada. El sol despierta a los pájaros y anima sus cantos. El sol, impaciente, junto a los dos fresnos del jardín, comienza a hacer un teatro de sombras: son patrones negros sobre las paredes blancas de la casa.

Después de este juego, el sol va más allá. Con cuidado, templa las colmenas que hay en la ladera y, luego, visita a los caballos que están en la pradera verde junto al camino, prodigándoles con un toque cálido en sus pelajes: esperanza resplandeciente para el día, dejando que sus ojos gocen del brillo de aquél rojo con que están pintadas las construcciones agrícolas, armonizándose con el contraste verde de la oscura y densa plantación forestal de abetos. Pero el sol viaja todavía más alto y se lanza a ayudar a los dorados campos de cereales, al pasto, a las hierbas y a los vegetales para que germinen y crezcan. Entonces el sol deja a sus últimos rayos destellar en el suelo del bosque: en musgos, líquenes, helechos; en hierbas y brezos; en bayas y setas, y en los sauces. Al final, el sol nos ayuda a nosostros a terminar el día sentados en el banco del jardín, contemplando la ladera en la que éste se esconde, dejando un vacío circular en el cielo cuando la noche comienza a envolvernos, creando sueños sobre rondas, ceros y anillos que dejan a los sueños incompletos, curvados-abiertos, circunferencias quebradas, abiertas para entrar, como una puerta de una casa circular: esto es Ringstad.

En la casa los gatos vienen a mi escritorio cada vez que intento escribir algo en el computador. Ronronean, se estiran y se pasean por las teclas. Uno de estos días van a acabar con la toda la comunicación que tenemos desde aquí. Pero por el momento caminan suavemente alrededor del computador portátil, y se acuestan al lado derecho de éste para lamerse sus pieles suaves. Y de manera impertérrita estiran sus largas patas traseras que tocan mi mano. De pronto están durmiendo.

Los gatos no están aquí porque son tiernos, negros y tan lindos; no, están aquí para lidiar con los ratones domésticos. No es que se la puedan al 100% contra ellos, pues hemos vivido con las lauchas durante 150.000 años, y sólo necesitan una abertura de 7mm para entrar en la casa. Si por ahí pasa su cabeza, pasa todo el cuerpo.Y nuestra casa es como un escurridor: no sabemos ni cuántos años ni cuántos aberturas tiene.

Se especula acaso los animales huelen nuestras emociones. Se pueden acercar involuntariamente a nosotros. Reveladoramente cerca. A lo largo de la historia cultural hay innumerables ejemplos que ponen en evidencia el alto valor que desempeñan los animales. Esto es evidente en el caso del caballo, que no sólo es un animal de trabajo, sino que también ha sido un mediador entre nosotros y el más allá. El caballo como criatura le da al animal racional una comprensión más amplia de la naturaleza y los dioses. ¿Todavía nos queda algo de esta valiosa y etérea relación con el caballo? Nuestras mascotas y animales de granja pueden verse como nuestros espejos, pero es difícil reconocerse en las imágenes del espejo, y descifrar la información.

Entonces la verdad es que estoy confundida, muy muy confundida.

¿Qué está bien, cómo es ahora mismo?

Una colega mía, Mari Keskikorsu quien es una artista de Finlandia, le preguntó a un caballo a través de un intérprete de animales: ¿qué hacer con el cambio climático?

Entonces, si bien recuerdo, el caballo le respondió:

“Tranquilo, tomátelo con calma, y todo saldrá bien”.

Esto me inspiró tanto que un día que cabalgaba sobre mi yegua negra, ésta me dijo: “¡si quieres que las cosas cambien- sé tú el cambio que quieres ver!”

Ella me habló en inglés, no me pregunte por qué.

ABOUT THE EVENT SERIES: 

The Wild Living Marine Resources Belong to Society as a Whole is a series of interdisciplinary events at Kunstnernes Hus, organized by Geir Tore Holm, Søssa Jørgensen and Randi Nygård, as part of Ensayo#4. The events have been named after section 2 of the Norwegian Marine Resources Act and will be based on the legal text, divided according to its wording. The words are starting points for walks, film screenings, lectures and discussions.

The project relates to the law not only with the usual legal definitions but also with a more poetic and fundamental approach. It examines different ideas about the environment and our role in nature, our management of natural resources, responsibilities, views on nature, language and values. It seeks to present alternative views and experiences. We need to better understand ourselves as integrated parts of both the natural cycles and societal structures and we need to see nature as part of society to find new and better ways of organizing our communities.

Derrida writes, in “The Animal That Therefore I Am”, that thinking about the animal, if there is such a possibility, must derive from poetry. So, if we want to see plants and animals as part of our society and democracy, and ourselves as part of nature, then it can not happen only with our rationality, but also in emotional, poetic and intuitive ways.

The project is supported by Fritt Ord and Arts Council Norway.

Leave a Reply

Your email address will not be published.